La intención de compra de Twitter por parte de Elon Musk ha generado gran interés en los medios de comunicación de todo el mundo, tanto por los recursos involucrados en la transacción -US$44 mil millones, equivalentes a alrededor de $37.900 millones de pesos chilenos- como por el papel que jugaría el hombre más rico del mundo en la plataforma y el efecto de su eventual participación en el directorio.
Más allá del estado actual de la transacción, se ha especulado sobre los posibles cambios que podría sufrir la plataforma con la llegada del fundador de SpaceX, un personaje conocido por su gran capacidad de persuasión, pero que también arrastra un historial controvertido en la red del pajarito azul por polémicos tweets, que lo han llevado a cuestionar más de una vez la libertad de expresión de la red.
Por esto, no es de extrañar que el eje central de la agenda del magnate para Twitter sea precisamente la ‘libertad de expresión’. Un tema sobre el cual fue muy claro en una carta enviada a la junta, donde aseguró que ‘Twitter es la plataforma para la libertad de expresión en todo el mundo, pero este ‘imperativo social’ no se puede realizar si Twitter permanece en su forma actual’.
Esta visión ‘absolutista de la libertad de expresión’, como la ha definido él mismo, incluso lo ha llevado a tener que explicar a la prensa qué entiende por este concepto. Entre julio y diciembre del 2020, Twitter tomó acciones contra 1,1 millones de cuentas diferentes por infringir su política contra conductas de odio.
Se trata de una acción que iría en contra de esta nueva era que busca apoyar la libertad de expresión ‘sin límites’, en la cual Musk espera que hasta sus más grandes detractores permanezcan activos, como un símbolo de lo que significa realmente la libertad en una red social.
Sin embargo, para algunos expertos en comunicaciones, esta perspectiva generaría una alta cuota de incertidumbre para la sensación de seguridad dentro de la red, al abrir la puerta a discursos extremistas en el ámbito político, social y religioso, entre otros. Y es que, en medio de la vorágine digital que vive el mundo, es necesario aceptar que las redes sociales se configuran como un espacio social más.
Por lo mismo, resulta fundamental revisar los acuerdos tácitos a los que los usuarios acceden al participar en la plataforma. Sin lugar a dudas, discutir sobre libertad de expresión resulta imperativo. Recordemos que en enero del 2020, Twitter decidió suspender permanentemente la cuenta del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, para evitar que se desataran más actos de violencia tras el asalto de una turba al Capitolio.
Este tipo de veto no tendría lugar en el ‘nuevo’ Twitter, decisión que -para Musk- está lejos de ser acertada, pues logró ‘alienar’ a gran parte del país y le dio aún más tribuna a Trump, quien respondió con la creación de ‘Truth Social’. Vale la pena preguntarse si el respeto por la diversidad puede ir de la mano de la libertad de expresión como la entiende Musk y llevar esa reflexión al uso particular que cada uno hace de las redes sociales.
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